Reflexiones: el blog de Fundación Manantial, Sin categorizar, Sin categorizar
Quién soy
Me preguntaste un día quién soy y no quise responder. Reiteras para mi tan ácida pregunta y aún a mi pesar te doy amarga es la respuesta: “yo soy yo, mí, me y mis circunstancias”.
Yo soy aquel que tiene una inteligencia superior a la media sudando anormalidad emotiva por todos sus poros a la hora de tomar decisiones, nervioso, alterado. También soy el impulsivo en sus acciones, sin acarrear las consecuencias de lo hecho sin pensar, acciones irresponsables de quien huye de la responsabilidad. Sí, yo soy aquel.
El intermitente en la actividad productiva, el descontento del lento prosperar que normalmente cabe de un trabajo honrado e incapacitado para aprender de la fracasada experiencia, pues no escucha a quien pretende señalarle en sus errores, a palabras necias oídos sordos.
Quien no tolera sentimientos de frustración, quien escapa de esos sentimientos con acciones_dardos antisociales, respuestas_ dardos a un mundo de incomprensión e imposturas en busca de la automarginación…; soy quien no sabe valorar lo que se tiene, que no es mucho, durmiendo en el tenebroso mundo de la autoestima negada, ocultando sentimientos interiores de inferioridad y pesares disfrazado con sentimientos exteriores de superioridad. Así crea su alma difusa sumergida en el autoengaño, con tendencia a ensalzar la creada vanagloria de sus hazañas e impulsor de una inventada abuela, abuela que nunca tuvo. Sí, yo soy aquel, y en estas te dice que tú no vales nada.
Yo soy a quien no le agrada la relación con el extraño, siendo el extraño todo el mundo, intranquilizador es el gentío, la masa, llegando también al malestar en las relaciones personales, a la ansiedad en las aglomeraciones, así termina hundido en el abismo de la soledad, siendo ese su duro castigo, por eso huye su ser de cualquier grupo de gente llamándoles imbéciles, pero soy quien encuentra dicha en el silencio de esa soledad al no poder soportar el mundanal ruido. Estos son los síntomas de un grave trastorno de la personalidad.
Si volvieras a preguntarme quién soy, contestaré que “yo soy yo, mí, me y mis circunstancias”.
Soy también quien nunca ofrece síntomas de confusión mental, aunque perdido esté en el laberinto de su apocalíptico mundo sin razones ni lógicas aparentes, sumido entre absurdos recelos y desconfianzas, es el sentir de un discriminado y es el sentir de un incomprendido.
Soy el hipersensible a las críticas y las difamaciones, quien no soporta las burlas ni el desprecio, quien capta humillación y ofensa a veces donde no las hay, pero que alguien tiene que pagar su malestar.
Pocos lazos emotivos con el prójimo, casos que no escapan de pequeñas o grandes crisis con vuelta a la triste soledad acogedora, crisis amargas que le hacen conceder poco valor real a la vida, suicidio, tres intentos y un intento de homicidio, denotan grave falta de estructura en su personalidad.
Si me vuelves a preguntar quién soy te responderé con lacerante ironía: Yo soy “El Max”.
Pero vuelvo al mundo presente y observo que las cosas han cambiado, el pasado ha muerto, he aprendido a cumplir las normas sociales dentro de un psiquiátrico, desde entonces” Max” también ha muerto.
Ahora me presento como Jesús Mateo Blázquez, una persona capacitada para sentir los pormenores que van sucediendo en una vida estabilizada gracias a los profesionales de la mente.
Psicólogos y psiquiatras me enseñaron que la vida con sus normas y actitudes no tenían por qué ser un peligro en mi persona, ellos me educaron para perder el miedo, a encontrar el camino de eliminar poco a poco la asquerosa fobia social, a ser más sociable, en resumidas cuentas, y escapar de una tenebrosa soledad.
Ahora encuentro que gracias a mi familia puedo tener amigos de lo que antes huía, sí, la vida poco a poco ha mejorado, se acabaron los momentos de hacerme daño con actos autolíticos y a estar estable en líneas generales, pero a veces Jesús se acuerda de cuando era el “Max” y no quiere pertenecer a su apocalíptico mundo lleno de alcohol y desidia, consumido por las drogas y la inoperancia, sabiendo que su único acto de inteligencia fue entrar por la puerta de la Asociación de Alcohólicos Parlenses. Ahí fue cuando empecé a forjarme una vida estable.
Jesús Mateo Blázquez
Si quieres contactar con Jesús, puedes escribirle en topomateo61@gmail.com
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