
Reflexiones: el blog de Fundación Manantial
El amor: esa promesa que lo cambia todo
Coloquio presentado para las Jornadas āHablemos de Amorā, Fundación Manantial /Universidad Rey Juan Carlos, Madrid. 02/2024
El amor es lo que se da āentreā
Mi primer amor se llamaba Valeria, tendrĆamos entre 7 y 8 aƱos, aun viene a mi mente su visión tenaz. Recuerdo su sonrisa, sus ojos verdes y su pelo rubio casi blanco. Ćbamos al cole pero tambiĆ©n Ć©ramos vecinos. Recuerdo merendar en su casa y mirarla en el recreo, y de repente se fue, se esfumó para siempre con el silencio y el desdĆ©n con que los adultos tratan los sentimientos de los niƱos, nunca mĆ”s supe de ella. Mi primer amor fue una promesa que nunca se cumplió.
AĆŗn cada tanto pienso en ella Āæcómo habrĆ” sido su vida?, Āæcómo serĆ” su cara arada con los surcos de los aƱos y la experiencia? Su imagen perdura como una promesa que no se cumplió pero que internamente sigue abierta como un parĆ©ntesis abierto, dispuesto a presentarse venciendo el tiempo y la cordura, uniendo pasado y futuro en un solo nudo, en un solo momento infinito…
Olga Orozco (del poema āEn el fondo, el solā) nos regala este verso:
āPero quizĆ” ese tajo sea mĆ”s bien promesa que amenaza:
tal vez quiera decir que no es una frontera,
un lĆmite infranqueable entre mi ayer visible y mi maƱana ciego,
sino sólo la marca de la unión entre la breve tierra y el reino prometidoā.
El amor es lo que tensiona lo posible y lo imposible, lo divino y lo humano (como eros y psyche) āentre la breve tierra y el reino prometidoā, como dice Olga Orozco.
En mi historia la promesa no se cumplió (de momento) pero aĆŗn asĆ, es feliz (y triste), en tanto como promesa lanza una posibilidad al futuro capaz de sacarnos una sonrisa.
Por eso, el tĆtulo de esta ponencia es āEl amor es esa promesa que lo cambia todoā, y lo primero quiero contaros es que el amor se da siempre: āentreā, entre tĆŗ y yo, entre uno y el otro y por lo tanto funda un vĆnculo. Nacemos, crecemos, amamos y morimos en vĆnculos. Como dice el sociólogo francĆ©s Pierre Bourdieu, āLo real es relacionalā (P. Bourdieu 2002), esto quiere decir que formamos parte de una trama vincular, no hay ser que no sea āentreā, no hay ser por fuera de esta trama.
A diferencia de otro tipo de afecciones como la tristeza, la ira o la alegrĆa, cuando decimos āTe amoā nos ponemos frente a un afecto singular que nos enlaza al otro. Por eso descubrimos siempre el amor en el intercambio, en la interacción.
Al decir āTe amoā, me comprometo al tiempo que comprometo al que escucha, nos comprometemos con una promesa que inaugura en el mismo acto una espera. Compromiso no significa otra cosa que com-prometerse, prometerse-con. Como la espera de PenĆ©lope y Ulises en āLa Odiseaā, bello poema de Homero, que relata la historia Ć©pica de una promesa mantenida durante 20 aƱos.
Os propongo pensar entonces, el amor como una promesa que nos compele a hacer algo con ella. Nos responsabiliza. PenĆ©lope, en este caso, no estĆ” comprometida con Ulises, sino con su propia promesa. Para ella, la espera de Ulises representa al propio Ulises, lo hace presente y por lo tanto existente en forma de ausencia, de hueco, donde el amor seria aquello que estĆ” por venir, como la armonĆa de un canto entretejido entre dos que esperan. Al decir de Mario Satz, āel amor, los amores constituyen un juego de dos solitarios que quieren cantar juntosā (M. Satz, 2015).
Para Friedrich Nietzsche la capacidad de prometerse es lo que nos hace humanos, nos saca de la animalidad. En su libro āGenealogĆa de la Moralā , la principal tarea del devenir humano es tornarse en un ser al que le sea ālĆcito hacer promesasā (F. Nietzsche, 1995). Esto es, ser capaz de hacerse responsable, soberano de sĆ mismo, en el tiempo, frente a un otro. La promesa instituye, por lo tanto, la vincularidad como la temporalidad.
Promissio, alude a una acción futura que se asegura desde el momento presente, o sea, una fijación del futuro, en que, por un lado, hay un proyectarse en el futuro y, por otro, un proyectar el futuro, por lo que estÔ implicada la cuestión del tiempo. El amor como promesa, al introducir la cuestión del tiempo, requiere una resistencia al olvido, a aquello que conocemos como memoria, sin memoria no hay ni promesa ni amor.
Si el amor es una promesa y la promesa termina en el momento que se cumple, entonces el Ćŗnico amor verdadero es el amor imposible, el amor que estĆ” sujeto a una promesa inconcretable, no es que yo ceje en mi pasión, ceda en mi compromiso, sino que la caracterĆstica fundamental de ese amor es que la promesa permanezca incumplida, como Valeria, permanezca siendo una promesa.
Podemos dibujar provisoriamente un boceto de tesis, que define al amor como una promesa que se sostiene entre lo posible y lo imposible, en tanto que, si es demasiado posible se cierra y muere, mientras que si es del todo imposible se vuelve desgarradorĀ eĀ insoportable.
ĀæY si el amor lo cambia todo?
No somos iguales despuĆ©s de un āte amoā. La declaración de amor me cambia, pero es que el amor es cambio en sĆ. Pone algo nuevo allĆ donde no habĆa nada, el amor es nacimiento, pero no es un nacimiento, sino que, como dirĆa Jacobo Levy Moreno, el amor estĆ” siempre naciendo, en status nacendi, es siempre inconcluso, en cuanto concluye, muere (J.L. Moreno, 1993). El amor enlaza, pero el lazo debe fluir, si se hace nudo se aferra, aprieta y ahoga. Es mientras estĆ” siendo, ES un HA-CER. Nunca puedo saber todo del amor ya que es su propia condición ser parte en un movimiento de totalización que nunca se alcanza, una promesa incumplida. Por ello la palabra Amor no es un sustantivo, aunque lo parezca, es verbo, es acto y es movimiento. Amar es ir. En el amor no se trata de llegar, amar es el propio acto de viajar.
Por ello el amor emplaza al acto, es performativo, no explica nada, no describe nada, mĆ”s bien crea sentido, crea preguntas y crea incertidumbres. El amor no ofrece garantĆas, pero aun asĆ se las exigimos. Nos pasamos la vida exigiĆ©ndole garantĆas al amor, seguridades.
MĆ”s bien, el amor es intempestivo, palabra que me encanta, porque todos sus sinónimos encajan, decir que el amor es intempestivo es como decir (segĆŗn la Real Academia EspaƱola de la Lengua) que el amor es āinoportuno, inconveniente, inadecuado, desacertado, improcedente, impropioā. El amor me atrapa y me lanza al demonio, me pone por fuera de toda racionalidad.
A diferencia de un objeto que es estÔtico y no cambia, el cambio requiere tiempo, instaura la temporalidad como requisito, amamos en el tiempo, en el momento. ¿Pero quién quiere un amor fugaz, un amor de relÔmpago? Lo que queremos es un amor que sea eterno, el problema es que la eternidad es la muerte del tiempo y la muerte del tiempo es la muerte del amor, porque si controlamos el tiempo del amor, matamos el amor.
Hay un aprendizaje que nos cuesta aceptar y es que el tiempo pone cada cosa en su lugar Ā”Yo quiero saber si me ama o no me ama ahora, quiero saber el futuro de mi amor ya! Mi tranquilidad exige garantĆas, exige tarot, exige astrologĆa, exige youtubers, necesitamos al orĆ”culo para eliminar el dolor que implica esta espera. Sin embargo, como decĆa Aristóteles el amor requiere tiempo de convivencia. No podemos evitar exigir al amor lo que por definición no puede dar.
Pero hay otras versiones del amorā¦
Ā ĀæA quĆ© tipo de amor nos referimos cuando, desde el sentido comĆŗn, decimos ācambiaste un Ferrari por un Twingo, cambiaste un Rolex por un Casioā, āquieres robar el amor de mi vidaā, āno puedo perder tu amorā? Efectivamente nos referimos a un amor objetivado que tiene, por lo tanto, todas las propiedades de un objeto: puede perderse, encontrarse, arreglarse o reemplazarse. Sin duda, es un amor mĆ”s maleable, mĆ”s asequible, mĆ”s fĆ”cil de entender para todos, y por lo tanto, menos inquietante que una promesa intangible.
Te propongo un pequeƱo juego, he copiado los pasos que la conocida franquicia de cafeterĆas Starbucks propone para hacer cafĆ© en una cafetera italiana y, cambie la palabra ācafĆ© y cafetera italianaā por la palabra āamorā Āævemos cómo queda?
Pasos para hacer un amor:
- Enrosca ambas piezas (fundamental)
- AsegĆŗrate de que el filtro y la junta de goma queden firmes (Āæse sobre entiende aquĆ la parte sexual del amor?)
- Calienta el amor a fuego medio-bajo (āa fuego lento me haces aguaā decĆa la cantante Rosana)
- Escucha atentamente. OirÔs un suave burbujeo cuando el amor esté listo (no requiere mÔs aclaración)
- RetĆralo del fuego y sĆrvelo
- ”Disfruta de tu amor recién hecho!
Y agregan este pequeƱo consejo:
Para limpiar tu amor, enjuaga cuidadosamente con agua tibia. DĆ©jala secar por completo antes de volver a montarlo para evitar que se oxideā¦
Si el amor es un objeto, entonces podemos abrigar la ilusión de elegir candidatos como productos en un supermercado, como en el Tinder o si no, reemplazarlos unos por otros como si de cromos se tratasen, -Si este amor no me funciona me pido otro.
Pero ojo, si el amor es un objeto, entonces tambiĆ©n puede perderse, creando sus propias tragedias emocionales como la que nos regala Adolfo BĆ©cquer en este verso: āsu amor de las entraƱas me arranquĆ©, aunque sentĆ al hacerlo que la vida me arrancaba con Ć©lā A. BĆ©cquer, 2013). Ā Nos aterroriza perder el amor, que por otra parte puede protegerse o defenderse, Ā”-un amor bien vale una Troya!, dirĆa el insensato Paris. En torno del amor como objeto se construye una subjetividad que construye la realidad sobre la base de esta falsa premisa. En filosofĆa a un razonamiento deductivo que se construye sobre premisas falsas se lo llama falacia. El amor como falacia resulta en un razonamiento engaƱoso que pretende ser convincente y persuasivo.
La función del amor-objeto o amor-cosa, no tiene otra función social que apaciguar, tranquilizar y amansar el espĆritu y, volver al amor algo maleable como una artesanĆa que puedo crear con āconocimiento y esfuerzoā (E. Fromm, 1977) o reparar gracias a que aprendĆ las tĆ©cnicas del amor. De esta forma, el amor podrĆa ser el resultado de un esfuerzo, de un trabajo, en sĆntesis, la consecuencia de un proceso. Buscar en Google ācomo encontrar el amorā y os saldrĆ”n cientos de opciones con ātipsā, ātrucosā, āconsejosā, para encontrarlo, pero no olvidĆ©is la definición de falacia: razonamiento engaƱoso que pretende ser convincente y persuasivo, digan lo que digan los youtubers de turno.
La versión oficial del amor es mĆ”s el resultado de determinadas prĆ”cticas de poder que de un acto de saber, de bĆŗsqueda e inquietud intelectual. El amor-objeto se nos propone como una ilusión funcional, creĆble, tan simple como un meme o una frase para instagram, tan sencilla y comprensible que reduce a un eslogan la bella frase escrita por San Juan de la Cruz en el Siglo XVI: ādonde no hay amor, pon amor y sacaras amorā.
El «narcisista», un perpetuo enamorado
El amor pone al sujeto en relación con el otro. El narcisismo desvanece las diferencias y, allĆ donde deberĆa estar el otro, encuentra en su lugar, un reflejo de sĆ mismo.
El Ā«narcisistaĀ» es un perpetuo enamorado. Porque en el enamoramiento es idealización no es amor. Cuando se idealiza se borra el otro, prevalece la idea, nuestra idea. Por eso el enamorado es poderoso, es capaz de cualquier cosa por su amada (por su idea de la amada), es para el enamorado un subidón nivel Dios. Un Dios que fĆ”cilmente puede bien-tratar y mal-tratar, sin lĆmitesā¦
Como dirĆa Erich Fromm en āEl Arte de amarā, amar requiere ver mĆ”s allĆ” del narcisismo (E. Fromm, 1977). Si quieres amar, no hay que dejar que el yo se imponga sobre el otro, no hay que dejar que el yo se apodere del amor.
Si triunfa el yo, el yo siempre va a colocar al otro donde el yo necesita, lo vuelve útil, si en cambio el amor consiste en evitar la desertización del otro, la asimilación del otro por parte del yo, entonces comenzamos a participar en una aventura fascinante.
El narcisista suprime al otro, desertiza al otro.
Para amar necesitamos que algo nos falte y active ese deseo de emprender el viaje. Donde hay falta el narcisista pone yo, creando la ilusión de que no le falta nada. Lo que nos interesa, es el amor que no suprime al otro, que sostiene esa falta, aunque duela, ya que es en ese desencaje e incompatibilidad con el otro, en ese hueco, donde puede surgir el amor como una promesa que nos dice que esa compatibilidad es posible de suturar. Es por lo tanto, el amor, es esa ficción que aun sabiendo que nos estafa, no podemos dejar de creer en ella.
El narcisista crea relaciones de poder no se amor.
Para la filosofĆa es la indiferencia, para la clĆnica y en especial para la terapia familiar y de pareja es el poder.
Para el pensamiento filosófico lo contrario al amor es la indiferencia, la falta de afecto o mejor dicho la desafección. Lo que vemos en la clĆnica de parejas y familias es que lo contrario al amor es el poder. La relación de dominio suprime la relación amorosa.
El poder destruye el amor. El amor se sostiene a condición de no ser puesto al servicio del interés. Amar nos vuelve extremadamente manipulables.
Solo somos capaces de amar, si somos capaces de confiar. Y esto es asĆ porque la desconfianza lleva al control y el control no es capaz de crear relaciones de amor, sino relaciones de poder. Por lo tanto podrĆamos afirmar que, si quieres amar, aprende a confiar.
De la relación amorosa a la relación terapéutica
Ā«El mĆ”s hondo fundamento de la medicina es el amor… Ā».
Ā Teofrasto Paracelso (Siglo XVI)
ācuando la asistencia mĆ©dica es lo que debe ser, el vĆnculo que entre si une al terapeuta y al enfermo es el amorā
Pedro LaĆn Entralgo
ācuando la asistencia mĆ©dica es lo que debe ser, el vĆnculo que entre sĆ une al terapeuta y al enfermo es el amor, un amor especificado como Ā«amistad mĆ©dicaĀ».
Pedro LaĆn Entralgo
Me gustarĆa para terminar que pudiĆ©ramos pensar con Paracelso y Lain Entralogo que āla relación terapĆ©utica es una tecnificación de la relación amorosaā (P. Lain Entralgo, 1964).
Para los griegos la garantĆa del amor era el cosmos, amor era la expresión de la perfección de la naturaleza humana, para el cristianismo es āDios es amorā, podemos amar en tanto amamos a Dios y somos amados por Ć©l, el amor se vuelve eterno. ĀæEn la actualidad que es lo que garantiza el amor?: Āæla fama? ĀæEl Ć©xito? ĀæLa belleza? ĀæEl amor no se vuelve efĆmero?
Pero volvamos al medievo. El médico era la herramienta a través de la cual se canaliza el amor de Dios que es lo que cura.
Con el paso de los siglos y la tecnificación de la tarea curativa, la creación del rol del mĆ©dico, luego otros roles mĆ”s especĆficos la relación terapĆ©utica fue relegada por la ciencia positiva como una variable molesta de la ecuación. Si bien la evidencia puede facilitar la comunicación cientĆfica se instituye tambiĆ©n como un valor que relega aquello difĆcil de evidenciar. En el siglo XVIII la medicina pone el ojo en la salud mental lo cual crea un dilema. No es posible clasificar positivamente la enfermedad mental sin recurrir a la interpretación y a juicios valorativos. En los Ćŗltimos aƱos, vivimos el desarrollo de una tecnificación desprofesionalizante y la recuperación del entorno y en especial del entorno vincular como factor determinante de la eficacia terapĆ©utica. El concepto de Alianza TerapĆ©utica, uno de los constructos sobre los que mayor evidencia cientĆfica hay en el Ć”mbito de la Salud Mental, constituye un caballo de Troya que afirma que la eficacia terapĆ©utica se explica mejor por la calidad de la relación terapĆ©utica que por las tĆ©cnicas utilizadas, como tambiĆ©n lo muestran otras investigaciones actuales. Poco a poco la propuesta del Dr. LaĆn Entralgo va tomando asidero, y esta no es otra que la reintroducción del amor como agente terapĆ©utico.
El amor es esa promesa que lo cambia todo.
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